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Estatua En Yeso De La Santa Muerte.

Ubicacion: Monclova, Coahuila
Disponibilidad: en stock en stock
Estado: Nuevo

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Estatua en yeso de La Santa Muerte, de 21cm Largo*21cm Ancho* 69cm Alto (sin curar).

SM0001-NEGRO. Proteccion contra males, malestares y daño. Abre el camino para que los enemigos se alejen de uno y encuentren su propia paz.


Antecedentes historicos del culto a La Santa Muerte.

La figura de la Santa Muerte y el concepto que representa están relacionados con la religión judeocristiana, en la cual la muerte es la consecuencia del “pecado original”. Al llegar los españoles a tierras mexicanas trajeron consigo la imagen de la muerte representada por un esqueleto, que se remonta al periodo entre de los siglos XIII y XVI. En estos siglos en la mayor parte de Europa hubo guerras y hambruna por falta de cosechas, lo que provocó que aparecieran las epidemias, siendo la más terrible la peste bubónica.

El esqueleto había simbolizado más bien un espectro o un fantasma de la persona muerta. En lo general, las manifestaciones sobre la muerte que llegaron de España y junto con la Inquisición, tenían como fin provocar miedo a ésta y control, ya que así justificaban al cristianismo como la única religión que podía salvar a la gente del pecado original y cuyo castigo era la muerte. Es entonces cuando se retoma el concepto de una “muerte santa” que implicaba la preparación para el “buen morir”, que era el proceso de vivir como buen cristiano y estar preparado para la inevitable partida con todos los sacramentos. Y por otro lado impusieron la idea del “infierno”, concepto que no se conocía en el México prehispánico; así la muerte tiene entonces el doble papel de acarrear las almas al cielo o el infierno.

La mezcla de costumbres prehispánicas y cristianas generó nuevos ritos y costumbres que fueron cambiando y enriqueciéndose con el tiempo.

Dentro del proceso de evangelización se introducen danzas, sonetos, pinturas y grabados de carácter triunfalista, así como esculturas de bulto de las carretas de la muerte que se utilizaban en las procesiones de Semana Santa. A este baile macabro, controlado no por Dios sino por la muerte personificada y del que no se libraban ni los más ricos y poderosos, la cultura renacentista de los siglos XVI y XVII añadió elementos de la antigüedad clásica para reforzar sus símbolos. Reaparecieron entonces elementos: el mundo en sus manos, la guadaña en preludio de que va a llevarse a alguien al más allá, la balanza, y era acompañado por animales nocturnos como el murciélago o el búho; exhortaban a abrazar la fe cristiana y a renunciar a los placeres: recordaban al hombre la condición efímera de su vida y la vanidad de sus posesiones terrenales. Es dentro de este concepto que podemos interpretar los ritos de la Iglesia Católica, desde el bautismo hasta los santos óleos, como elementos de preparación para “la buena muerte o morir en Santa Muerte”.

Con el tiempo surgen nuevos rituales mexicanos como una mezcla de tradiciones indígenas y europeas que se traducen en festividades religiosas, como la que conmemora a los fieles difuntos con ofrendas de alimentos, bebidas y otros presentes al muerto, en un sincretismo de costumbres prehispánicas rodeadas por elementos católicos como los rezos y las velas.

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