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La historia de Nuestro Señor del Veneno o el Cristo Negro se origina durante el periodo Colonial en la Ciudad de México, capital de la Nueva España. Resulta que dos caballeros de fortuna, Don Fermín Andueza y Don Ismael Treviño eran amigos, sin embargo Don Ismael desarrolló una gran envidia por Don Fermín a quien todos sus negocios le resultaban en pingües ganancias; Don Fermín era así mismo muy devoto de la Iglesia Católica y tenía por costumbre luego de escuchar misa rezar a la imagen de un Cristo cuyos pies humildemente besaba. Al crecer la animadversión que Don Ismael sentía por Don Fermín, decidió matarlo, lo envenenaría. Para ello escogió una sustancia tóxica que no surtía efecto inmediato y con la cual hizo que le prepararan un pastel. Don Fermín recibió de plácemes el obsequio y lo comió. Al día siguiente cumplió con su rutina diaria y al besar los pies del Cristo este se tiñó de negro mientras absorbía la ponzoña que le había sido suministrada a aquel buen hombre cuya vida quedó salvada.
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